Por Jacinto Castillo (burladero.com y La Voz de Almeria)

Arrancó el abono de la Virgen del Mar del 2001 con tarde calurosa y algo más de media entrada. Se lidiaron seis novillos de El
Casillón, aceptablemente presentados, con hechuras y buenos para la lidia en su mayoría, salvo el sexto, además de poco
sobrados de fuerza. El segundo, el mejor de la tarde, fue aplaudido en el arrastre. César López "El César", silencio tras un aviso y
vuelta al ruedo. Javier Valverde, vuelta al ruedo y oreja. Torres Jerez, vuelta al ruedo y silencio. Saludó montera en mano Juan
Pablo Sabroso al banderillear el cuarto de la tarde. 


Almería (Esp.).- La primera de abono concluyó con palmas de despedida. No es mal saludo para esta primera del abono que abre el milenio
taurino de Almería. Que una despedida sirva de salutación no debe extrañar a nadie, porque tres novilleros hicieron lo que sabían y eso es de
agradecer y como gratitud el respetable les fue aplaudiendo uno a uno conforme se iban de la plaza. Cada uno en en su sitio y los buenos
novillos de El Casillón en el que les corresponde. 

Una terna de novilleros desigual en casi todo, salvo en la necesidad de recibir lecciones, que para eso se les supone en edad de merecerlas.
Ojalá los tres tengan quien sepa darle a cada cual la que necesite. Por justicia debe considerarse que el más aventajado es Javier Valverde.
Por lo toreado y por lo premiado desde los tendidos y el palco. 

El César saludó al que abrió la Feria del 2001 con un afarolado de rodillas, pero luego encontró dificultades para seguir manejando
el percal. Su faena tuvo arranque airoso y justo. El novillero quiso medir el desarrollo de los pases, pero, ya en los medios fue
volteado sin consecuencias por no acomodarse al son que pedía el novillo. Bueno, aunque poco sobrado de resolución. El
desencuentro concluyó en pinchazos y una aceptable estocada, tras la cual tuvo que descabellar hasta el aviso. Silencio. 

En su segundo le vino un novillo que pedía lidia atenta y que decidía por el novillero como, cuando y donde tenía que ser toreado.
Era algo flojo, como sus hermanos, pero tenía esa impronta de toro en ciernes que le dio importancia a todo el encierro. 

Quiso de pronto este Febrero que El César recuperara sus bellos naturales de otras tardes y la faena que iba en tono gris se
iluminó. Las manoletinas y un intento de serie de rodillas que el novillo canceló a la primera completaron este pasaje de la tarde. El
novillo, palmas en el arrastre y El César vuelta al ruedo. 

El almeriense Torres Jerez vino a darlo todo, pero tuvo suerte a medias en su intento. Recibió a su primero con gusto y luego lo
sacó del caballo por navarras rematadas en serpentina. Antonio Márquez hijo se lució en banderillas y comenzó la faena de
Francisco, vibrante y llena de sentimiento. 

El corazón le pudo a veces, pero Torres Jerez estaba empeñado en ser tan buen torero como el novillo lo era en lo suyo, que no
es otra cosa que embestir. A cada desencuentro contestó el almeriense con un gesto de raza. Se precipitó en varios pinchazos y
concluyó con media algo trasera que produce derrame. Ligera petición y vuelta al ruedo. 

Su segundo fue, probablemente, el novillo menos claro del encierro, sin mucha clase aunque bien presentado y de condición seria.
Arrancó Torres Jerez desde el estribo, pero su trasteo se vio afectado por el cabeceo y por los enganchones de la afilada
arboladura que adornaba la cabeza de Despierto. La res no estaba de parte de su lidiador y la cuestión se saldó en voluntariosas
aproximaciones. 

El novillo se arrancaba al toque, pero dejaba la embestidad a la mitad, convertida casi en oleada. Francisco ofreció, por puras ganas
de torear una serie de manoletinas que fur apludida. Pinchazo, descabello y silencio.

El Cesar

Torres Jerez